No voy a mentir. Es domingo 25 de Septiembre en Colombia y salí del examen magisterial con la cabeza que me estallaba. Tanto caso que resolver, tantas historias crueles y tristes que pasaban en un colegio, pero, sobre todo, tanto “problema” en relación con el contexto escolar “diario”. Así que me animé a escribir estas breves notas sobre mi apreciación del examen que como lo enuncio en el título del texto nos dejó mudos:
1) Observé el desenfrenado poder de la norma, si bien soy muy amigo de la legislación educativa en Colombia y considero que la misma es central para dar elementos de claridad y cohesión con relación a protocolos y rutas que seguir frente a una situación determinada, muchas de estas normas no son necesariamente la única manera de abordar situaciones en el aula y fuera de esta, el examen docente en un 90% de sus preguntas para el cargo de Rector tenía la manzana envenenada en las siguientes frases: “de acuerdo con el ministerio de educación usted que debe hacer”, “según la orientación del ministerio que debe actuar”, “partiendo de la legislación del ministerio”.
No digo que se desconozca la ley pero muchas veces se debe entrar a analizar contexto y situaciones que se generan en la institución y que la ley “no cubre”, adicionalmente limita el grado de autonomía que puede tener un docente o directivo docente sobre nuevas maneras de abordar el conflicto y la resolución de los mismos, palabras magras fue un examen donde lo que se quería ver era como se recitaba la norma y no como se hace uso de la misma en el marco de la autonomía profesoral
2) Me incomodó el desprecio al saber propio de los campos epistémicos de la disciplina, mi hermana que es licenciada en Ciencias Sociales (también lo soy yo) me comentaba que las preguntas del campo propio del saber no estaban presentes, que el examen al igual que todos solo tenía reflexiones sobre manejos de casos en el aula, no digo que no esté bien abordar una mirada situacional sobre el que hacer y cómo hacer en una situación, pero el “saber” es central al momento de generar procesos en los estudiantes.
Al parecer esto se presentó en todas las áreas del concurso, ahora me pregunto, si la CNSC valido la aplicación de un examen situacional en todas las pruebas, que diferencia entonces existía entre el que se presento para Matemáticas o Inglés, incluso más allá que tan “desajustados” están los currículos universitarios enseñando, por ejemplo: Historia de América o Geografía Urbana cuando este tipo de saberes ni por las esquinas apareció en el pliego, para meditarlo.
3) El examen mostró una serie de situaciones donde los rectores se van de vacaciones, los colegas te castigan si llegas tarde y te envían a portería toda la semana, o piensas de seguro en cortarte las venas de tristeza con el caso del profe Oswaldo, sin contar los chicos que son de pandillas y en la portería del colegio parecen selección nacional de Taekwondo, si bien la educación pública es compleja y muy densa en cuanto a situaciones sociales que la permea, el examen docente pinto un escenario educativo de terror, con docentes malvados y crueles, rectores tiranos y padres de familia expertos en ninjuntsu.
La escuela no es eso, no es perfecta pero muchos de los escenarios son demasiados exagerados, hay una amplificación de la violencia desde el relato ficticio que nos vende este examen, que bien da para memes en redes sociales, si preocupa el imaginario colectivo en el cual este inmerso las personas que elaboraron la prueba.
Por el momento me iré a trabajar, en mi maleta llevo el teléfono con el número de Goku, soy profesor del sector público y según la CNSC deberé llamarlo cuando llegue al colegio.
Información sobre el artista y la ilustración que acompaña esta columna, AQUÍ