Durante más de 200 años nos ha gobernado un poder oligárquico elitista, clasista y profundamente racista. En sus discursos, Jorge Eliecer Gaitán denunciaba que las oligarquías, sean liberales o conservadoras, siempre han estado de espaldas a las mayorías populares y han hecho del Estado un aparato de beneficios privados. Y en los momentos en que el régimen ha visto tambalear sus privilegios han delegado a tiranos el oficio de “pacificar” el país. En los años 50 del siglo XX fue el General Rojas Pinilla y en el preludio del siglo XX, fue Álvaro Uribe Vélez. Ambos defendían el statu quo, esa matriz de poder que ha separado a la “gente de bien” de la “gente de ruana”.
Hanna Arendt diferenciaba la dictadura del totalitarismo. Mientras la primera recorta las libertades y suprime la autonomía del sujeto de manera visible, el segundo manipula bajo el espejismo de la libre elección. En Colombia tenemos un régimen totalitario que fabrica la ilusión de un régimen democrático, mientras persigue y estigmatiza a quienes luchan por un país distinto.
Como Colectivo La Roja creemos que el totalitarismo criollo puede ser derrotado en las próximas elecciones presidenciales. Tenemos una oportunidad invaluable para transferir el poder político a proyectos no oligárquicos. Nuestra apuesta es por la victoria popular del Pacto Histórico encarnado en Francia Márquez y Gustavo Petro, para las elecciones presidenciales del próximo 29 de mayo. El rival no es otro que el uribismo reencauchado en Federico Gutiérrez y la guerra sucia que mostrará su peor faceta. Ya lo hicieron en el 2018.
De otra parte, es claro que la democracia popular y las transformaciones democráticas no pueden pertenecer a una sola bandera o movimiento político. Por esta razón, saludamos y felicitamos las listas a Senado y Cámara de los sectores progresistas y alternativos que, aunque no alcanzaron los votos necesarios para ocupar curules o conseguir el umbral, demostraron la diversidad del movimiento popular y la fortaleza de la movilización social en Colombia. Es el caso de los movimientos Fuerza Ciudadana y Estamos Listas, así como los candidatos(as) comprometidos(as) con la justicia social que inscribieron sus candidaturas en listas y partidos diferentes al Pacto.
No obstante, ha habido alguno ataques marginales a estos movimientos y candidatos tachándolos de divisionistas por no participar en las listas del Pacto Histórico. Estas acusaciones expresan dos debilidades históricas de la izquierda en Colombia: la antropofagia y el criticismo vulgar endémico. Además, desconocen cuatro principios básicos del acontecimiento democrático: el disenso y el desacuerdo como potencia, la convergencia en el marco de la heterogeneidad de las voces, la autonomía territorial de los procesos de lucha popular y la apertura transfronteriza como actitud política crítica.
Nuestra posición siempre ha sido, es y seguirá siendo la unidad sin vetos con todos los sectores progresistas y el respeto por los procesos sociales y populares. Es en la multiplicidad, la diversidad y la polifonía donde se encuentran las raíces del progresismo.
Finalmente, nuestra propuesta a mediano plazo es crear las condiciones que permitan transitar hacia un Frente Amplio, es decir, un proyecto nacional compuesto por los sectores sociales históricamente excluidos y por todos aquellos que defiendan los ideales de justicia social y democracia participativa para todos los colombianos.
