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domingo, junio 15, 2025

Ansiedad

Una de esas noches en la que el ser se debatía entre un montón de pensamientos, mil cosas pasaban por su cabeza, sin embargo, solo un pensamiento constante rondaba, solo un pensamiento oprimía el pecho y hacia inminente el llanto, la desesperación, la frustración, la tristeza. “No, no estoy bien” se decía y lo sentía, en cada fibra, en cada respiración.

De nuevo esa sensación, el corrientazo que iba y venía desde el estómago hasta el pecho, que hacía un nudo y se alojaba en lo profundo. ¿cómo exteriorizarlo?, ¿cómo tratar de explicar esta sensación, cuando ni una misma es capaz de comprender lo que pasa? Solo está ahí, llega, de repente, se aloja y aflora, o tal vez nunca se va, permanece, se esconde, se reduce y crees que ya no está.

Es perversa, te engañas con falsos aires de felicidad, por un momento, todo parece mejorar, sanar y mientras vives en la ilusión, aguarda sigilosa para retornar y renacer con más fuerza, para refregarte en la cara que eres un manojo de melancolías, de dolores, de tropiezos, de levantadas mal logradas, de lágrimas acumuladas.

«Chica durmiendo» (1925). Pintura de Maria Blanchard

Quisiera escapar, abandonar todo, si lo pienso detenidamente ¿qué me ata a este espacio-tiempo? Creo percibir la respuesta, sin embargo, ésta se me vuelve indescifrable, sé que está frente a mis ojos, pero mi velo no me permite verla.

Sinceramente, a veces siento que el motivo de quedarme termina convirtiéndose en una carga más….¿qué digo? ¿por qué este sentimiento? Lo intento, de verdad lo intento, pero no encuentro la salida, me pierdo en el laberinto de mis miedos, de mis tristezas, de mis males.

No quiero estar más así, de verdad lo anhelo, pero no puedo…ahí viene la lágrima, evito llorar, pero me es imposible, esta sensación me gana, la lágrima se desliza por mi rostro….en ¿qué pienso mientras cae? En mi poca capacidad de ser feliz, en mi absurda facilidad de encontrarme con la oscuridad siempre.

¿Cómo nombrarla? ¿Debilidad?, tal vez, ¿por qué debo ser fuerte? Resistir definitivamente no es lo mío, rendirme me resultaría más práctico, menos tortuoso, más amable. ¿por qué nos tildan de “cobardes” al querer renunciar? ¿Y si contrario a lo que todos piensan, escoger el camino de la rendición resulta ser el camino de la libertad?

Estefania Fonseca Mahecha
Licenciada en Humanidades UPN. Master en Didáctica de la Lengua y la Literatura de la UNIR. DFocente SED. Activista sindical Colectivo la Roja. Directora del Dpto. de la mujer, DDHH y solidaridad CUT- Bogotá/ Cundinamarca. Correo: [email protected]
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