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Que pena les daño la fiesta

Hace un par de días se desarrolló una excelsa mesa de discusión académica sobre la implementación del acuerdo de paz en Colombia. Esta mesa estaba conformada entre otros académicos por el profesor Andrés Felipe Mora de la Universidad Javeriana, el profesor Jose Francisco Puello Socarras de las Escuela Superior de Administración Pública ESAP y el ex  comisionado del informe del conflicto armado y sus víctimas, el doctor Sergio de Zubiria Samper.

En el transcurso de la argumentación emergieron diferentes razones por la cuales la  implementación del acuerdo final de paz está herida de muerte. Sin embargo, uno de los  vasos comunicantes más grandes que saltaba a la vista fue la transformación inconclusa  del campo colombiano, la cual no fue posible en estos 5 años de implementación del  acuerdo final de paz al fracasar la Reforma Rural Integral, el Programa Nacional Integral  para Sustitución de Cultivos Ilícitos, y el Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial.

Es necesario comprender que la transformación del campo colombiano pasa por varios actores: las fuerzas militares, los funcionarios estatales, la banca rural, los campesinos y la clase terrateniente. Esta última ha sido históricamente la dueña de la tierra en Colombia, a su vez, a lo largo del tiempo ha tenido dolientes en el congreso de la república, se ha opuesto de manera sostenida a la reforma agraria en Colombia y han mantenido sus privilegios por medio del uso de la violencia. En suma, los terratenientes son un factor real de poder en Colombia y aunque cueste admitirlo, la paz requería ser negociada con ellos.

Entre otras cosas en el pasado reciente esta clase fue la más comprometida con el voto “antipetro”, y en épocas de eclosión del paramilitarismo parte de la clase terrateniente consiguió mantener sus privilegios con el uso de la violencia, en específico: desplazando campesinos, oponiéndose a la restitución de tierras, e impidiendo la transformación del campo.

Así mismo, la clase terrateniente, la cual está conformada por ganaderos, palmeros y arrendadores de la tierra para actividades primarias, es posible decir que se encuentra cómoda dentro del Centro Democrático. Se ha opuesto férreamente desde un principio a  las conversaciones de paz en la Habana, al acuerdo final de paz, y por supuesto, a su  implementación. En este sentido, el Partido Político Centro democrático al ganar la gran mayoría de elecciones en Colombia ha logrado darle mucho protagonismo a las  pretensiones terratenientes, tal vez ello sea una de las razones por las cuales el Acuerdo  Final  de Paz actualmente se está desarrollado desde el Estado colombiano en una suerte  de “simulación”, y con mucha deslealtad de lo pactado hacia los excombatientes, como bien lo retrata el doctor en ciencias económicas Jairo Estrada.

Por supuesto es necesario aclarar que en las más recientes elecciones parlamentarias el Centro Democrático fue el gran perdedor. Por ende, en los próximos años tiene muy pocas posibilidades de lograr “mover” el congreso de la república y cualquier ganador de las dos campañas presidenciales que están en segunda vuelta, le dará poco “juego” electoral y burocrático. (La columna fue enviada antes del 19 de junio)

Sin embargo, este servidor piensa que el Centro Democrático es un Partido político con mucha posibilidad de reencauche en el año 2026. Por un lado, en el caso que Gustavo Petro sea presidente de Colombia, el partido Centro Democrático aplicará una oposición a  ultranza desde el día uno, y eso le dará muchos simpatizantes en el futuro. Por otro lado,  en el caso que Rodolfo Hernández sea presidente, el Centro Democrático tarde o temprano  se deslindará del “Ingeniero”, al parecer se aman de una manera no correspondida, uno y  otro sector espera mucho más de su aliado político, al mismo tiempo que se tienen una  desconfianza absoluta.

Haciendo énfasis en lo anterior, el pasado 11 de junio del año 2022 se publicó la última fotografía sobre las elecciones presidenciales en Colombia, esta encuesta realizada por la firma Yanhass mostró en primer lugar al candidato del Pacto Histórico con una intención de voto del 45%, mientras que en segundo lugar aparece el candidato Rodolfo Hernández con un 35% de la intención de voto. En este sentido el proyecto político que se escogería sí las votaciones fueran mañana, sería el programa de gobierno que propone una transición energética, el fortalecimiento de la educación pública y regional, la abolición del sistema de pensiones como hoy se conoce, la transformación del campo colombiano y varias propuestas que siguen esta línea argumentativa, algo que el candidato ganador en la  encuesta lo llama como “la política de la vida”.

En honor a la verdad, con respecto a esta virtual victoria de Gustavo Petro, hay dos condiciones sumamente relevantes que no están siendo observadas con objetividad. En  primer lugar, la encuesta en mención muestra un 13% de indecisos que votarían en blanco, por ende, estos electores que en principio se apartan de las dos campañas pueden cambiar su posición el día de la segunda vuelta presidencial, pudiendo así dar una sorpresa de  último minuto. En segundo lugar, para que el programa de gobierno del Pacto histórico sea  llevado a cabo, es necesario negociar y acceder a parte de la agenda terrateniente, de lo  contrario este país se debe preparar para que la violencia terrateniente reviva con toda su  fuerza, pues esta clase social va a luchar con todo lo que tiene para por mantener sus  privilegios.

Dicho lo anterior, una de las grandes concesiones que tendrá que ejecutar el Pacto histórico estará centrada en la realización de una tenue reforma del campo colombiano, evitando de  esta manera, una gran transformación del mundo rural. De allí nacerá una de las grandes  frustraciones que tendrán los adeptos y votantes del gobierno progresista, muchos de ellos se sentirán engañados y hasta traicionados, pero este es el camino menos espinoso que  tiene el progresismo para que en estos 4 años la violencia se desescale… que pena les daño la fiesta.

Jorge Andrés Baquero Monroy
Licenciado en ciencias sociales de la Universidad de Cundinamarca, Magister en administración pública de la Escuela Superior de Administración Pública. Miembro del grupo de investigación REDES de la ESAP. Actualmente es investigador del proyecto Infraestructuras de Paz, agendas políticas y dinámicas organizacionales en la implementación efectiva del Acuerdo final en Colombia (2016-2022). Sus investigaciones giran en torno a temas como Protesta agraria y conflicto armado en Colombia. mail: Jorgebaqueromon@hotmail.com
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